Los Neamh Mairbh —también llamados Neamh Mhairbh— son una extraña raza de vampiros de la mitología celta que poco a poco han desaparecido de las tradiciones populares, sobreviviendo apenas en las leyendas irlandesas. Los Neamh Mairbh son vampiros estrechamente asociados a la nigromancia, es decir, a esa rama marchita de la magia negra dedicada a trabajar sobre los muertos. Según la leyenda, nadie puede convertirse en un vampiro Neamh Mairbh si antes no alcanza la excelencia en el dominio de la magia negra.
En este contexto, los druidas, aquellos sacerdotes celtas que inspirarían a Merlín y Gandalf, entre otros magos célebres, eran sus implacables enemigos; lo cual resulta curioso ya que muchos Neamh Mairbh eran en realidad druidas caídos, es decir, sacerdotes celtas que habían caído bajo el poder seductor de la nigromancia. Existen pocos vínculos entre los Neamh Mairbh y los conspicuos vampiros del romanticismo y sus herederos, los hematófagos victorianos, quienes finalmente terminarían de perfilar el estereotipo del vampiro seductor y educado que aún hoy sofoca el cine y la literatura.
De hecho, los Neamh Mairbh son herederos directos de los vampiros medievales: seres abominables y sanguinarios que por regla general inician su vida de ultratumba masacrando sus pueblos natales, arrasando con sus familias y conocidos para luego ir esparciéndose en otras regiones. La fisionomía de los Neamh Mairbh no varía demasiado en los mitos celtas: allí se los describe como entes de proporciones descomunales, de más de dos metros de altura, rostro deformado por las inclemencias de la tumba y la noche, y con la piel cubierta de pústulas que emiten un hedor similar, dicen, al sudor nauseabundo de los culos benedictinos.
A veces, casi al pasar, como si el dato no fuera relevante, se menciona la incómoda ausencia de algún miembro, ya que los Neamh Mairbh suelen cebarse masticando sus propios brazos cuando no encuentran huesos para roer en las lentas y bucólicas horas de ocio subterráneo. Las crónicas medievales son muy claras al respecto. Todas advierten que los hombres comunes no pueden matar a los Neamh Mairbh. Sólo los héroes, es decir, hombres semidivinos o poderosos nobles —miembros de castas que siempre incluían alguna divinidad menor— pueden ajusticiarlos, pero siempre bajo la tutela de los druidas, quienes conocían los momentos propicios para encerrarlos para siempre en sus tumbas infectas.
Dejando de lado la cuestión de los héroes, el método para matar a un Neamh Mairbh era un asunto de rutina para los druidas. Una vez descubierto su escondite este vampiro no ofrecía mucha resistencia. La operación consistía en atravesarle el corazón con una estaca de madera de fresno, luego enterrarlo boca a abajo, rodear el sepulcro con espinas y, finalmente, sellar la tumba con un dolmen.
Esto garantizaba el fin definitivo del Neamh Mairbh.
Uno de los Neamh Mairbh más conocidos es el Abhartach, sub-especie de vampiro irlandés que inspiró nada menos que a Bram Stoker en el diseño de las peculiaridades fotofóbicas de Drácula, además de la matriz argumental de esta novela clásica de vampiros.
Veamos por qué:
En la leyenda original, consignada por Patrick Weston Joyce en: Origen e historia de nombres y lugares de Irlanda (The Origin and History of Irish Names of Places), el héroe Fionn Mac Cumhail logró matar a un Neamh Mairbh, un poderoso enano nigromante propenso a provocar el caos en la región de Derry, más precisamente en Slaghtaverty.
No obstante la prolija eficiencia del héroe, el engendro regresó de la tumba tres días después, incluso más poderoso que antes, hecho que condujo al buen Fionn Mac Cumhail a consultar con un sabio druida. El mago lo asesoró, brindándole valiosa información sobre las fortalezas y debilidades del vampiro. Entonces sí, ya en posesión de esos conocimientos, Fionn Mac Cumhail volvió a matar al Neamh Mairbh y enterrarlo para siempre.
Ya en la Edad Media, el héroe Fionn Mac Cumhail se cristianizó en la figura de Cathrain, quien en vez de consultar con un druida, es decir, con un sacerdote celta, se asesoró con un santo cristiano, quien le ofreció los mismos procedimientos profilácticos. Bram Stoker se inspiró en esta simple dinámica, transformando al Fion Mac Cumhail y su posterior versión, Cathrain, en Jonathan Harker, y al sabio druida nada menos que en Abraham Van Helsing. Todos estos héroes se enfrentan al caos que representa el vampiro Neamh Mairbh, es decir, a la inversión del orden establecido por la naturaleza. Tal vez por eso Bram Stoker, irlandés de pura cepa, eligió el nombre Van Helsing como intérprete de esa larga estirpe de druidas cazadores de vampiros. A propósito, su nombre deriva de la palabra norsa Hellsing, "el que derrota el caos".
La etimología del nombre Neamh Mairbh también resulta muy interesante, ya que reduce la naturaleza vampírica a sus principios fundamentales, primordiales, sin grandes ambiciones, colocando a esta criatura en el rastro genealógico de los más antiguos y prolíficos vampiros indoeuropeos. La palabra Neamh desciende del irlandés medio Nem, y éste del irlandés antiguo Neb, que significa "no", y cuya función consiste en resaltar una cualidad ausente. Por otro lado, Mairbh proviene del proto-céltico Marwo y del irlandés antiguo Marb. Todos significan simplemente "muerto", y es aplicable tanto a la muerte física, es decir, a un cadáver, como a la muerte espiritual. En menos palabras, Neamh Mairbh significa No Muerto; una de las definiciones del vampiro universal por excelencia.
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