
Ya con Arturo entronizado, Merlín se dispone a volver al bosque, pero las intrigas lo obligan a volver. Días antes del episodio de la espada, Arturo cayó en las redes encantadoras de una muchacha llamada Morgana, hija ilegítima de Gorlois e Ingraine y esposa del rey de Uriens (para otros, un Hada). Con esta media hermana concibe a Mordred, su más oscuro enemigo.
Ya en el crepúsculo del mito, con Arturo curando sus heridas en la isla de Avalon, un Merlín anciano vaga por los bosques, abatido, saboreando el fracaso de su misión. Allí conoce a Nimue (para otros, Vivian), y se enamora de ella. Pronto comienza a enseñarle encantamientos y hechizos de poder a cambio de convertirse en su amante. En un acto de increíble poder, Merlín construye un palacio bajo las aguas de un lago, y bautiza a su nueva amante como La Dama del Lago. Eventualmente, Nimue traiciona a Merlín, pidiéndole que le enseñe un hechizo inigualable. El viejo mago cede, acaso conociendo el futuro, y Nimue lo encierra para siempre en una celda de cristal (para otros en una roca o un árbol), de la que Merlín no podía salir, pero a la que la joven hechicera podía acceder cada vez que quisiera.
La leyenda asegura que Merlín no ha muerto, sino que aguarda en el oscuro bosque de Brocelianda, otrora parte del reino. Aquel último amor fue, tal vez, una manera romántica de recluirse hasta que Arturo emerga de las doradas costas de Avalon, con el brillo gélido de Excalibur en la mano, listo para refundar Camelot en una tierra sin tiempo.
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