En la mitología germánica el mundo se representaba circular y rodeado por un océano.
En el origen de los tiempos y las cosas sólo existía un único abismo en el espacio, llamado Ginungagap. Era un reino de oscuridad y frío. En las regiones situadas al norte de aquél se formó un mundo de nubes y tinieblas llamado Niflheim, en cuyo epicentro se hallaba una fuente o génesis de la que partían doce ríos de agua racial; en la parte sur estaba el país del fuego, Muspelheim, del que brotaban ríos que emanaban un veneno que iba coagulándose poco a poco hasta solidificarse. Al contacto con los hielos del norte, este depósito se cubrió de escarcha colmando una parte del abismo; pero el aire caliente que soplaba del Sur empezó a fundir el hielo y de las gotas nació un gigante con forma humana que fue el primer ser vivo: Ymir.
Este gigante nació con un hambre voraz que sólo pudo ser saciada don una vaca gigante de nombre Audhumla (la vacía oscuridad) De éste nacieron todos los gigantes. De uno de ellos, Elivágar, nació un gigante (Aurgélmir) formado por pútridas gotas del gigante Ymir (“por eso nuestras gentes todas, por eso son siempre tan malas”). De éste provienen todos los gigantes: de Aurgélmir nacieron una hembra (Bestla) y un varón (Mimer); de debajo de su brazo y de “un pie del gigante sobre otro, engendró un hijo con seis cabezas” (Hrimthusar), de quien salió toda la estirpe de los gigantes del hielo. Uno de ellos, Bur, engendró a Börr, quien se casó con Bestla. De esta unión nacieron Odín, Vili y Ve, quienes desencadenaron una guerra contra los demás gigantes y salieron vencedores. Se hizo retroceder a los gigantes del hielo, y se dio muerte a Ymir, arrojándolo a las entrañas de la tierra. Luego, con la carne de Ymir, formaron la Tierra.
Su carne se convirtió en el suelo terrestre del Mídgard, su sangre en los mares y océanos, sus huesos pasaron a ser los montes y sus cabellos los árboles; después, con su cráneo, edificaron la bóveda celeste, pero al colocarla se desparramaron sus sesos formándose así las nubes. En ella fijaron las chispas que volaban al azar en el país del fuego (Muspel) y se crearon así los astros. El padre de la Luna y del Sol es Mundilfari. “cada día ello el cielo recorren los años siempre midiendo”. El padre del Día es Délling; y el de la noche Nor “hicieron los dioses creciente y menguante, los años con ellos midiendo.” (regularon el curso de los astros y la duración de los días y las noches) Víndsval (frío viento) es el padre del Invierno y Svásud (el agradable), del Verano.
Del cuerpo de Ymir salían ya larvas, con las que formaron una especie viviente dotándola de razón: los enanos, hábiles orfebres que viven bajo tierra y en el interior de las rocas. Éstos no tenían contacto carnal con hembras, por lo que no perpetuaban la especie mas, su raza no finalizaba, ya que dos dioses (Motsógnir y Durin) iban amasando con tierra natal enanos nuevos para sustituir a los fenecidos. Los hijos de Héimdal son los hombres. Del dios Héimdal descienden, los 3 estamentos sociales de los siervos, los hombres libres y los señores.
Existen dos versiones sobre su creación:
Una versión es la que cuenta que Odín, Henir y Lodur, recorrían en cierta ocasión la Tierra, cuando hallaron dos troncos y resolvieron convertirlos en seres humanos, para lo cual Odín les dio un aliento, Henir, el alma y la facultad de razonar, y Lodur el calor y los colores de la vida. Así nacieron Ask (fresno), el hombre, y Embla (olmo), la mujer, de los que procede la humanidad.
La versión de Tácito cuenta que Tuisto, un dios gigante cuyo nombre significa “el ser de ambos sexos”, salió de la Tierra y engendró a Mannus, el cual tuvo tres hijos, y cada uno de ellos engendró a las tres principales agrupaciones de las tribus alemanas: Ingevones, Hermiones e Istevones.
El mundo habitado por los hombres es el Mídgard, “el recinto central”, una empalizada lo rodea y defiende del Útgard, “el espacio exterior”, poblado por monstruos, brujas y gigantes. En la parte norte de éste se encuentran el Niflheim, “el mundo de las tinieblas”, donde viven los llamados gigantes de la escarcha, y también el Hel, el paraje subterráneo al que van los muertos. La verja de los cadáveres es la verja Nágrind. En la parte sur está el Múspel o Múspelheim, el mundo del fuego, habitado por Surt y sus gigantes. Al este se halla Jotunheim, “el mundo de los ogros o gigantes”, que allí tiene sus dominios de rocosas montañas y cuevas.
El Ásgard o “reducto de los Ases” unas veces se localiza en el centro del Mídgard y otras veces en el cielo. Se levanta en medio de una isla en medio de un río que fluye de los vapores de los truenos que fluyen a través de un gran árbol que se encuentra en el extremo sur del cielo, en la mansión Gimle. Alrededor de Asgard hay una pared oscura y poderosa, y el gran río hirviente rompe sobre su base. No existe ninguna entrada aparte de la poderosa puerta de Odín. Si alguien que no se lo merece, ya sea dios, mortal o gigante, consigue cruzar el río ileso por las llamas y pretende abrir la puerta de Asgard, se verá capturado por una cadena que sale de la cerradura de la mansión, de manera que será aplastado y morirá. El cocinero del Ásgard es Andhrímir (“el de la cara quemada”). Los dioses se conservan jóvenes por las manzanas de Idun.
El río que divide el territorio de los ogros (gigantes) y el de los ases es el Ífing, cuyas aguas nunca se hielan, ya que de otra manera los gigantes podrían invadir los dominios de los dioses.
Créditos: misterios98.blogspot.com
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